27 de noviembre de 2011

CAPITULO 11


11. ¡AAUUUUUU!
Corregido por: Tania
Nos escapamos de casa. Avanzamos arrastrándonos alrededor de los galpones, y nos internamos sigilosamente en el bosque, con Bill-E encabezando la marcha. Es una noche brillante, y hay muy pocas nubes para bloquear la preocupante luz de la luna llena. Pero está oscuro al amparo de los árboles, hay innumerables lugares donde una criatura podría preparar una emboscada. 
 
¿Qué camino tomó?—susurro mientras Bill-E se detiene y se agacha.
Por allí—responde unos segundos más tarde, señalando hacia la izquierda.
¿Cómo lo sabes?
Huellas—dice, tocando el suelo.
¿Quién te nombró Indiana Jones?—fuerzo mis ojos pero no consigo ver ninguna huella. —¿Estás seguro?—le pregunto, considerando si deliberadamente me quiere llevar por el camino equivocado.
Completamente—dice Bill-E, luego se levanta y me mira fijamente, preocupado. —Si sigue esta dirección, se estará dirigiendo al Valle.
Contemplo la nada en silencio. Luego nos giramos a la vez sin decir una palabra y reanudamos la caza- más rápido, con más urgencia.


Corremos esquivando las ramas bajas y saltando arbustos. Bill-E se detiene repentinamente. Me reúno con él, y ahogo un grito.
Lo veo —dice Bill-E en voz baja —Se ha detenido.
Observo hacia adelante en la oscuridad, pero no logro ver nada. —¿Dónde?
Allí—señala Bill-E, agachándose. Me coloco en cuclillas junto a él. —Estamos en el borde del bosque. Carcery Vale está a solo un minuto de distancia.
¿Crees que va a atacar a alguien en el pueblo?—pregunto.
Bill-E inclina la cabeza con inseguridad. —No quiero creerlo. Pero no veo ninguna otra razón por la que vendría aquí. Tal vez... —Gira bruscamente, tapándose la boca con las manos. Se tambalea entre los arbustos, pisando ramitas que crujen, y haciendo que se muevan las hojas. Se derrumba en el suelo y vomita sobre un montón de ramas.
Mi mirada va de Bill-E a los árboles adelante. Sostengo el mango de mi hacha con tanta fuerza que duele, esperando que Dervish escuche la conmoción y venga a investigar.
Medio minuto pasa. Un minuto. No hay movimiento por delante. Bill-E se encoge a mi lado. Descansa en la sombra de un espeso matorral, respirando con dificultad, la barbilla manchada con vómito. —No puedo seguir adelante—gime. Su voz se quiebra cuando habla y todo su cuerpo tiembla.
¿Qué tan mal estas realmente?-le pregunto, buscándolo en las sombras, y distinguiendo solo la silueta oscura de su rostro.
Pésimo—se ríe con sequedad. -Debí haberte escuchado antes, y haber ido a casa a dormir. Necesito un médico.
Tu casa no está lejos de aquí—señalo. —Podría llevarte allí.
¿Qué hacemos con Dervish?
¿Está todavía donde dijiste que estaba?—pregunto.
Bill-E aparta el arbusto por encima de él, se arrodilla y mira con expresión muerta hacia delante. No dice nada durante unos segundos. Entonces,
Sigue ahí –responde finalmente.
Te llevaré a casa—decido —luego volveré solo.
Pero no puedes seguirle la pista como yo—objeta Bill-E. —Me necesitas.
Lo lograré igual—lo contradigo. —Considerando como estás ahora, eres una desventaja. No es más que pura suerte que no nos haya oído hace unos minutos. No eres útil así.
Grubbs Grady—ríe Bill-E con voz ronca. —No se anda con rodeos.
Vamos -murmuro, ofreciéndole una mano. —Cuanto más rápido vayamos, más pronto podré volver.
Bill-E duda, luego se sostiene de mi manga y se tambalea hasta ponerse de pie. —Lamento esto murmura, inclinándose y ocultando su rostro, avergonzado.
No seas estúpido—sonrío, pasando un brazo alrededor de él. —No podría haberlo llegado hasta aquí sin ti. Ahora, vamos.


La casa de Bill-E se encuentra casi en línea recta, pero Dervish está bloqueando el camino. Por lo tanto, faldeamos a su alrededor y nos internamos aún más en el bosque, hasta que encontramos un punto de descenso, por donde esperamos, no será capaz de vernos.
¿Caminamos o corremos?—pregunto.
Bill-E no responde de inmediato, su respiración es irregular y está temblando. Luego suspira y dice —Caminemos. Más ruido... si corremos.
Lo sostengo firmemente, creo que colapsaría si lo dejo solo y me adelanto hasta el claro de luna. Tengo un nudo en el estómago a medida que dejamos atrás el refugio del bosque. Miro hacia adelante, porque no quiero tropezar con nada, pero mis ojos se mantienen lanzando miradas furtivas a la izquierda, recorriendo los árboles en busca de signos de mi tío.
¿Puedes verlo?— susurro entre dientes.
Bill-E sólo gime en respuesta y no mira a su alrededor. Nos acercamos a las casas en las afueras de Carcery Vale. Estamos en los oscuros patios traseros. Hay luces en las cocinas y en los dormitorios. Una mujer se acerca en bicicleta hacia nosotros, en paralelo al bosque. Hace señas, así que empiezo a devolverle los gestos. Luego gira a la derecha y me doy cuenta de que eran sólo de señalización.
Estamos llegando a las casas. Hay un camino detrás de ellas, donde se estacionan la mayoría de los residentes. Lo seguimos y nos acercamos a la residencia Spleen. Me pongo a pensar en lo que la abuela Spleen va a decir, y qué va a pasar cuando llame a Dervish para quejarse de la condición en la que está su nieto. Tal vez debería llevar a Bill-E directamente con un médico. Es tarde, pero estoy seguro de-
Bill-E jadea penosamente y se derrumba. Tiene arcadas secas y está tirado en el pavimento, gimiendo como un animal herido.
¿Qué anda mal?— Lloro, cayendo junto a él. Llego a examinar su cara, pero aparta mis manos y gruñe. —¿Bill-E? ¿Qué sucede? ¿Quieres que-?
Grubbs. ¡Aléjate!.
Una voz ronca, al frente de mí. Poco a poco, temblando, me giro y observo.
¡Dervish!
Mi tío se interpone entre nosotros y la puerta del jardín trasero de la casa de Bill-E, no hay forma de esquivarlo. Está iluminado por la luz de la luna, así que logro ver una jeringa hipodérmica en su mano derecha, y sus ojos encendidos de ira.
Meera—dice, dirigiendo la mirada a un punto detrás de mí. Echo un vistazo hacia atrás. Un momento de pausa, y luego Meera sale de atrás de una camioneta. Mi cabeza da vueltas. Recuerdo una de mis anteriores e insanas ideas, '¿Qué pasa si los dos son hombres lobo?'
Dervish empieza a caminar hacia mí.
¡Detente!—grito, agitando mi hacha.
Hazte a un lado, Grubbs—dice otra vez, sin detenerse. —No entiendes lo que está sucediendo. — Luego, a Meera —Ten cuidado. Bloquea su fuga, pero no te acerques demasiado.
Yo sé lo que eres—sollozo, con lágrimas de miedo brotando de mis ojos. —Si te acercas más...
No interfieras—decreta Dervish. —No quiero hacerte daño, pero si no das un paso al costado, yo-
Está a mi alcance, me giro hacia él con el hacha en la mano, las lágrimas afectan mi visión, pero la agito igualmente en alto. Dervish maldice y se aparta mientras yo repito el movimiento. Se acerca mientras agito el hacha, pero la esquiva y me agarra el brazo.
Mi brazo se adormece desde el codo hacia abajo. El hacha cae al suelo y me lanzo rápidamente a recuperarla, pero Dervish me agarra por la nuca y me tira a un lado, estrellándome contra un coche. Está sobre mí antes de que tenga tiempo para recuperarme, y rodea mi garganta con su brazo izquierdo, ejerciendo presión.
¡Dervish!—jadea Meera.
Está bien—murmura. Entonces, dice para mí, mientras lucho por mi vida —¡Calma! Estamos del mismo lado.
¡Suéltame!— jadeo. —¡Yo sé lo que eres! Déjame-
Un gruñido bajo, animal, lobuno.
Pero no viene de Dervish.
Proviene de delante de nosotros.
Dervish me libera y me deja clavado en el suelo con los ojos muy abiertos, mirando fijamente a la bestia mientras se levanta sobre sus pies y gruñe. Un rostro desfigurado, ojos amarillos, pómulos afilados. Sombras oscuras sobre su boca abierta, llena de dientes raídos.
Levanta una mano, su piel oscura, las uñas largas, los dedos curvados como garras. Y me doy cuenta, aproximadamente con un millón de años de retraso, de que un monstruo ha violado las barreras de Carcery Vale esta noche, pero no es Dervish.
¡El hombre lobo es Bill-E Spleen!




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