28 de noviembre de 2011

CAPITULO 15

15. LA ELECCIÓN


¡Estás loco!— Yo grito. —¡Completamente demente!
Soy muchas cosas—, responde Dervish con calma, —pero no creo que sea un loco.
 
¡Tienes que serlo! !Sólo un loco podría pedirle a un niño que luche contra un par de demonios!
Dervish me estudia en silencio, luego se levanta y coge su juego de ajedrez de El Señor de los Anillos . Se dirige a la puerta.
¿A dónde vas?─ Salto, dando bandazos en frente de él, bloqueando el camino.
Me llevo esto a la bodega—, dice. —Tengo que tener cinco sets en el lugar antes de llamar a Lord Loss, ya que cada juego se juega en un tablero separado.
¿No me escuchaste?— murmuro. —¡No voy a hacerlo! —Yo no...
Grubbs—, me silencia con una sonrisa. —Está bien. Te pregunté. Te negaste. Ese es el final. Era una petición, no una orden.
Yo lo miro con suspicacia. —¿Lo era?
Asiente con la cabeza. —Hay otros que pueden ayudarme. Uno de mis amigos es casi un gran maestro. El se enfrentará a Lord Loss. Yo me encargare de Vein y Artery —. Él señala con la cabeza a un tablero de ajedrez normal, a mi izquierda. —Aunque estaría muy agradecido si me ayudaras a llevar los tableros abajo.
Mis ojos se entrecierran. —Si estás tratando de engañarme ...
Sin trucos—, dice, y yo le creo. Saliendo de su camino, tomo el tablero y lo sigo fuera de la habitación.
Bajamos por las escaleras hasta la sala principal. Tomando nuestro tiempo, cuidando de no dejar caer ninguna pieza. Pensando mucho acerca de lo que dijo Dervish.
Si tienes amigos que pueden ayudar—, murmuro, —¿por qué me preguntas?
Billy es tu hermano—, responde Dervish. —Creí que quizás quisieras ser parte de esto.
Pero no tiene sentido—, prosigo. —Se necesita la mejor persona disponible. ¿Por qué me lo ofreces a mi?
Lo ideal sería hacer frente a Lord Loss con alguien que ya haya demostrado su coraje y habilidad bajo presión—, dice. —Alguien que haya enfrentado a un demonio, y vivido. Yo sólo conozco personalmente a seis personas que lo han hecho. Meera era una de ellas. Pero ella no puede hacerlo ahora.
¿Y los demás?
Cuatro de ellos están fuera de contacto.
Llega a la puerta de la bodega y deja de hablar mientras la abre con los codos. En silencio a medida que descendemos. Espero a que estemos en el estante del vino que esconde la entrada al pasadizo secreto antes de preguntar: —¿Y el sexto?
Tu eres el sexto—, dice, dando un paso adelante en la oscuridad.
El sótano secreto. Cinco juegos de ajedrez se encuentran en su lugar en las tres mesas, las que hemos juntado, apilando los libros y otras cosas en el suelo. Dervish esta alineando las piezas, asegurándose de que están en los lugares correctos. Bill-E sigue masticando el cadáver de venado. Escupe y gruñe a nosotros de vez en cuando.
Dervish no ha dicho nada desde nuestro viaje con los dos primeros tableros. Hemos trabajado en silencio, llevándonos los tableros y piezas, limpiando las mesas y reorganizándolas. Es sólo ahora, cuando lo veo ajustar las piezas, que me armo de valor para abordar el tema de nuevo.
Todavía no entiendo por qué quieres que te ayude. ¿Por qué no esperar a que Meera se recupere? No hay necesidad de desafiarlo esta noche, ¿verdad?
No,— dice Dervish. —Pero esperar es peligroso. Lord Loss puede revertir el cambio, incluso en una persona que ha sido un hombre lobo durante varios años. Pero a menudo la mente no puede ser restaurada. Cada día que esperamos hace que Bill-E este más cercano al punto en que no vale la pena traerlo de vuelta.
Además—, añade, —¿cómo explicaremos su ausencia a sus abuelos, maestros, a la policía? Estamos en medio de una aventura irreal, pero seguimos siendo parte del mundo real. Trata de decirle a un policía que tienes a un niño encerrado en una jaula porque él es un hombre lobo.
Yo no había pensado en eso.— Logro una sonrisa enferma, que se desvanece rápidamente. —Sólo soy un niño—, digo en voz baja. —Yo no te serviría de mucho
Dervish limpia una mancha de polvo de la cabeza de un rey. —Has luchado contra demonios y vivido para contarlo. Has destapado tu potencial mágico. Puedes luchar contra ellos en sus propios términos, incluso si eres sólo un niño —, añade con una sonrisa.
Quiero ayudar—, me lamento. —Haría casi cualquier cosa para traer Bill-E del infierno en el que está, pero he viso a Artery usar a Gret como una marioneta, y...
No te lamentes sobre ello—, interrumpe Dervish amablemente. —No tienes ninguna obligación. Viniste aquí para recuperarte, no a ser arrastrado una vez más dentro de la pesadilla. Yo no debería haber preguntado. Y no lo habría hecho, salvo ...
No termina, por lo que lo digo por él. —... salvo que me necesitas.
Él se encoge de hombros. —Como he dicho, hay un amigo al que puedo llamar. Pero prefiero que seas tú. Si te dijera otra cosa, sería un mentiroso .
Estudio a Bill-E mientras Dervish busca armas. Su cara y sus manos tienen el color rojo de la sangre del venado.
Dándose palmadas en el estómago. Sonriendo quebradamente. Mirándome a través de sus sobrenaturales ojos amarillos.
Pienso en Lord Loss. Recordando el poder feroz y la velocidad de Artery y Vein. Temiendo por la vida de mi tío y de mi hermano.
Dervish entra con una pequeña hacha, una maza y una espada. Las pone en el suelo con las otras que ya ha dispuesto. Parte de las reglas es se pueden utilizar todas las armas disponibles.
¿Preferirías que juegue al ajedrez o luche?— Le pregunto, deseando poder mantener la boca cerrada.
Te he visto jugar—, dice Dervish. —No te ofendas, pero tendrías que luchar; Lord Loss te aplastaría en el tablero.
Pero tendrías una mejor oportunidad contra Vein y Artery que yo—, respondo. —Eres más fuerte y con experiencia. Yo no sé nada de armas o magia.
No tienes que hacerlo,— dice Dervish. —La magia te conoce a tí. Eso es lo que importa. Te has encontrado con tu potencial cuando enfrentaste a los demonios antes. La aprovecharas de nuevo. Instinto.
Pero tu serias la opción lógica—, insisto. —Serías mejor que yo.
Dervish asiente con la cabeza sombríamente. —Probablemente.
Y tu amigo es mejor en el ajedrez que yo. Por lo que tu luchando y el jugando seria la sociedad ideal. ¿No?
Dervish me mira con curiosidad. —No tienes que intentar justificarte—, dice. —Has dicho que no quieres hacerlo y he aceptado tu decisión.
¡Pero me siento mal!— Lloro. —¡Siento como si te estuviera decepcionando!
No es así—, dice Dervish. —Capacidad y potencial no significan nada si la voluntad de competir no está allí.
Pero incluso si tuviera la voluntad, todavía estaríamos mejor con el otro, ¿no?— Presiono, con la esperanza de que estará de acuerdo.
Dervish sacude la cabeza y no contesta.






La habitación donde se encuentra inconsciente Meera. Dervish intenta de nuevo despertarla. Una vez más fracasa. Él vuelve a su estudio, frotando la parte de atrás de su cuello. Sentado tras su escritorio, pasa sus dedos sobre una guía telefónica. —Es hora de llamar a mi amigo—, dice, mirándome —La última oportunidad de cambiar de opinión, Grubbs.
Yo no digo ni una palabra.
Dervish abre el libro y busca un número. —Pablo debería poder estar aquí dentro de unas horas.
Puedes ir y quedarte en el Valle si quieres, pero no es necesario. Estarás a salvo aquí. Los demonios no serán capaces de salir del sótano .
No respondo. Pensando en la batalla por venir. Lleno de vergüenza.
Si Pablo y yo derrotamos a Lord Loss y sus familiares, pero pierdo la lucha individual más tarde,— Dervish continúa, —tu tendrás que cuidar de mí.
¿Qué?— murmuro.
Mi cuerpo va a sobrevivir si pierdo la batalla después de la partida de ajedrez—, explica, —pero mi alma y mi mente no. Voy a ser capaz de moverme, pero no voy a ser capaz de pensar o hablar. No voy a ser capaz de hacer compras, pagar cuentas, cocinar, limpiar la casa, etc. Vas a tener que cuidar a mí, o contratar a alguien para hacerlo .
Dervish abre un cajón de su escritorio. —Los formularios necesarios y las hojas de la información están aquí. Los nombres y números de abogados y banqueros, los detalles de las distintas cuentas de crédito. Tienes mi permiso, tanto escrito como verbal, para administrar mis bienes como mejor te parezca, aunque una gran parte quedará en manos de tus tutores legales hasta que alcances la mayoría de edad.
No quiero tu dinero—, gruño.
No siempre te sentirás de esa manera—, dice sonriendo. Coge el teléfono. Vacila. Lo cuelga. —Una última cosa. Si las cosas salen mal, pareceré ser un robot sin sentido. Quizás sientas lástima por mí, quizás tengas la tentación de sacarme de mi miseria .
¡Yo no haría eso!— , grito. —¡Yo no soy un asesino! Yo no podría...
Podrías,— Dervish corta. —La mayoría de la gente es capaz de acciones extremas cuando se les presiona.— Se lame los labios con nerviosismo. —No debes hacerlo. El tiempo es diferente en el universo Demonata. No se sabe cuánto tiempo podría durar nuestra lucha. Los pocos que han peleado contra él y vuelto, han estado ausentes durante meses ... años ... en una ocasión, décadas.
No importa cuánto tiempo pase, siempre hay esperanza—, dice. —No te des por vencido en mí, Grubbs. Cuida de mi cuerpo. Podría necesitarlo de nuevo algún día.
Encuentra el número en la agenda, coge el teléfono y empieza a marcar.
Espera—, le detengo. Él mira hacia arriba, expectante. Me lamo los labios con nerviosismo. —¿Qué pasa si no ganas y me convierto en un hombre lobo mas tarde?
La cara de Dervish se suaviza. — “Y el lobo morará con el cordero.”
¿Que dijiste?— Frunzo el ceño.
Es una cita bíblica. Isaías. Es el lugar de donde los Corderos sacaron el nombre—. Él mueve la cabeza hacia el escritorio. —Hay una carpeta negra en el segundo cajón abajo a la izquierda. Los nombres y números de los Corderos. Llámalos si surge la necesidad. Pero sólo hazlo si estás seguro de que vas a cambiar. Con los Corderos no se juega. Una vez que se los pone en movimiento, no se detendrán, incluso si cambias de opinión y tratas de detenerlos.
¿Cómo lo sabré?— Pregunto. —Bill-E no sabía que él estaba cambiando.
Dervish se muerde el labio inferior en un silencio pensativo, y luego dice: —Nadie se convierte sin previo aviso. Si la licantropía te infecta, habrá al menos dos o tres lunas llenas durante las cuales no te vas a alterar físicamente, pero correrás salvajemente como hizo Bill-E. No serás capaz de recordar estos episodios, pero si encuentras sangre en tus uñas, pelos de animales entre los dientes —... Dervish se endurece y dice ásperamente —... es entonces cuando necesitas empezar a pensar en llamar a los Corderos.
Lo contemplo miserablemente, Dervish vuelve su atención al teléfono y golpea de los botones. El teléfono en el otro extremo se levanta casi al instante. Oigo a un hombre decir: —¿Sí?
Dervish empieza a responder.
Dile que está bien—, interrumpo en voz baja. —Dile que lo llamaste por accidente.
Grubbs, no tienes que...
No voy a vivir con la amenaza del cambio cerniendose sobre mí. O con la culpa de no luchar por Bill-E —. Respiro profundo. Pensando que estoy loco por hacer esto. Pero también que es lo que papá hubiera querido.
Lo haré—, silbo. —Luchare con Vein y Artery—. La más delgada, más fugaz de las sonrisas. Bravuconadas de burla. Grubbs Grady, ¡Asesino de Demonios! —Yo soy tu hombre.


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