14 de enero de 2012

Capítulo 18

18. CAMBIO DE PLANES

Corregido por Thiago Agustín

Vein se arrastra más cerca. Artery se desliza al lado de su hermana demoníaca. Ambos gruñendo en voz baja. Mis gritos se desvanecen en un gemido aterrado. Viendo, con enfermiza fascinación, aceptando mi destino.

— ¡No!— Ruge Dervish, y de repente esta flotando por encima de los demonios. Toma a cada uno por el pescuezo y los lanza al otro lado de la bodega, donde se estrellan contra las redes en la pared. Él se agacha, coge mis brazos y me arranca de los hilos pegajosos. Presiona con los dedos en la espalda donde los huesos se rompieron. Una oleada cálida de poder, y los huesos se unen.

—Esto es imperdonable, Dervish—, murmura Lord Loss desde su lugar en los tableros de ajedrez. —Abandonar nuestro juego mientras está en progreso...— Dice con desaprobación. —Has roto las reglas de nuestro acuerdo. Ahora soy libre para convocar a tantos familiares como desee y decirles que te ataquen a ti y a los chicos.

— ¡Espera!— Dervish ruge a medida que Lord Loss se levanta. — ¡Volveré al juego!

— Demasiado tarde. —, Lord Loss suspira. —Además, ¿cuál sería el punto? Grubitsch está fuera de problemas. Pongamos fin a esta farsa. Me has decepcionado, Dervish, pero habrá otros Grady y otros partidos —. Lord Loss extiende cinco de sus ocho brazos, recoge los reyes de Dervish de cada tablero y empieza a aplastarlos.

— ¿Qué pasa si juegas contra Grubbs?— Dervish grita.

Lord Loss hace una pausa. —Ese no fue nuestro trato.

—Hagamos un nuevo trato—, silba Dervish. — El juego continúa donde lo dejé. Grubbs asume mi posición. Yo me enfrentare a tus bestias.

— ¿Por qué debería acceder a eso?— Lord Loss pregunta. —Ya he ganado.

—No, — Dervish señala. — puede que hayamos perdido el juego, pero tú no has ganado. Puedes tomar nuestras vidas ahora, rápidamente, o puedes prolongar la agonía y saborear la desesperación y el dolor de Grubbs cuando pierda ante ti.



Los ojos de Lord Loss resplandecen ante la mención de la desesperación y la tristeza, pero vacila antes de responder. — ¿Y que si no pierde?— finalmente murmulla. —Habré sacrificado el placer de una victoria segura, por la humillación de la derrota.

—Es una opción, — Dervish está de acuerdo — pero Grubbs es un mal jugador. Nuestras posibilidades son escasas. Imagina la satisfacción que sentirás mientras Grubbs lenta y dolorosamente se da cuenta de que no puede ganar.

—Haces que parezca casi irresistible. — Lord Loss sonríe agudamente. —Pero, ¿qué opina el niño? – Dervish me mira interrogante. Sacudo la cabeza con inseguridad.

—Yo solo quiero que termine. — sollozo. —Vamos a perder de todos modos, ¿por qué demorarlo?

—Mientras haya vida, hay esperanza. —, responde tranquilamente Dervish. —Y no sería sólo por ti mismo que estarías jugando, sino que por mi y Billy también. ¿Dejarías que nuestras vidas terminen sin luchar?

Me quedo mirando la expresión fría de mi tío, a continuación, al aullante Bill-E en su jaula. Con cansancio, asiento con la cabeza. —Lo intentare—, murmuro. —Si Lord Loss está de acuerdo, yo también.

La cabeza de Dervish gira y mira a Lord Loss. — ¿Y? —, ladra. — ¿Estarás a la altura del valor de este niño, o huiras con una victoria fácil?

Lord Loss juega con los reyes con la carne en los extremos de sus brazos, considerando la propuesta. Luego, con una sonrisa, los coloca en los tableros. —Ven—, dice, señalando el asiento que dejó vacante Dervish.

Siento que mis piernas flaquean. Dervish me tranquiliza. Reaparece el dolor en mi pie izquierdo. Lo ignoro. Cojeo hacia adelante. Contemplo los cinco juegos, las filas de piezas en blanco y negro, y luego a los astutos ojos del Maestro Demonio.

Respirando con dificultad. Pensando ahora con claridad. Tratando de recordar cada lección que papá y mamá me enseñaron.

Me siento.

***


Tranquilidad instantánea. Un silencio antinatural. Miro alrededor del sótano, sorprendido. Todo parece haberse detenido. Dervish esta inmóvil, frente a los demonios, mientras que Bill-E está congelado en los barrotes de su jaula. Entonces me doy cuenta que se están moviendo, sólo que muy lentamente.

— ¿Qué ha pasado?— Susurro entrecortadamente.

—He separado nuestro tiempo del de ellos, — Lord Loss dice. — nos permite jugar sin distracciones.

Puedo ver como la mano derecha de Dervish lentamente se levanta, los dedos de despliegan, las llamas de color rojo estriado en las puntas. Más lento que caracoles, Vein y Artery se separan, fuera de la trayectoria de las bolas de fuego.

—Ven, — Lord Loss dice, golpeando el tablero del medio. —La lucha ya no es tu preocupación. Concéntrate en el partido.

Con un esfuerzo aparto los ojos de Dervish y los demonios y miro las piezas en fila delante de mí. Evaluando los daños. Inmediatamente noto que el juego en el tablero de la derecha está más allá de la salvación, que es donde Lord Loss se comió a la reina de Dervish con un alfil. El juego en el tablero central también se ve como una causa perdida, con el blanco perdiendo por dos caballos y un alfil.

—Deprimente, ¿no?— Suspira Lord Loss, luciendo más miserable que yo. —Dervish no estaba en su mejor momento esta noche. Su temor por ti afectó su juego. Yo le advertí al respecto, pero no quiso escucharme.

Lord Loss escoge, toma a la reina del tablero de la derecha y juega con ella —Es tu turno, Grubitsch—, dice, —pero tómate tu tiempo. No hay prisa. Estudia las piezas. Planea una campaña. Busca oportunidades.

Llego a una torre en el tablero a mi izquierda. Pausa. Retiro mi mano sin tocar la pieza. — ¿Puedo mover cualquier pieza, en cualquier juego?— Pregunto.

—Por supuesto.

Miro los cinco tableros nuevamente, luego tomo un peón en el tablero a mi derecha y lo muevo hacia adelante un espacio. La batalla ya está perdida en ese tablero, por lo que bien podría empezar por ahí y usarlo como un calentamiento. Con suerte me permitirá sacar mis peores movimientos de la cabeza.

—Ah, — Lord Loss asiente con la cabeza. — Un enfoque prudente. Muy inteligente, joven Grubitsch —. Mueve un caballo hacia delante y pone en jaque a mi rey. —No hará ninguna diferencia en el resultado final, pero al menos podrás perder con dignidad. Tal vez eso te dará un atisbo de comodidad cuando tú y tus poco agraciados compañeros sufran esta noche en el fuego de mi infierno personal.

Le lleva nueve movimientos a Lord Loss dar jaque mate en el extremo derecho. Cuando gana, mi rey se derrite en un charco blanco de olor fétido. Lord Loss toma el tablero, lo rompe en pedazos y lo lanza a un lado.

—Y entonces quedaron cuatro.


***


Sudando. Inquieto Tratando de concentrarme. Mis ojos constantemente giran hacia Dervish y los demonios, encerrados en un combate a cámara lenta.

Estoy tratando de mantener el juego limitado al tablero a mi izquierda, jugando un solo juego a la vez, pero Lord Loss no cede. Hace un par de movimientos en ese tablero, luego pasa a otro, luego otro.

A pesar de poder jugar libremente en cualquier tablero, no puedo hacer más de un movimiento hasta que Lord Loss lo haya contestado. Por lo tanto, si hago un movimiento en el tablero del medio, y Lord Loss entonces mueve una pieza en el tablero a mi izquierda, no puedo hacer un segundo movimiento en el tablero en el centro; tengo que esperar a que Lord Loss mueva una de sus piezas en el. Él está atado por las mismas reglas que yo, por supuesto, pero se siente como si las cosas estuvieran a su favor, como si yo fuera el único restringido.

He jugado al ajedrez así antes, pero no mucho, y no recientemente. Papá intento enseñarme a jugar simultáneamente cuando era más joven, vio que no era capaz de mantener mi atención, por lo que trabajó en mejorar mi juego individual. Tal vez habría intentado otra vez cuando fuera mayor, si hubiese vivido.

Es imposible no pensar en mis padres y Gret. ¿Papá sudo mucho cuando este se enfrentó al demonio? ¿Estaba Gret medio congelada en el tiempo, como Bill-E ahora, sin darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, pero de alguna manera sintiendo su perdición? ¿Mamá perdió las extremidades a manos de los familiares durante la pelea?

Muevo una torre en el tablero del medio. El juego allí parece perdido, pero estoy tomándome mi tiempo con la esperanza de que un camino a la victoria se presente.

—Oh, querido...— Lord Loss dice, y mi estómago se hunde. Toma uno de mis peones con un alfil, exponiendo mi reina. Voy a tener que moverla ahora, pero eso va a dejar a mi rey vulnerable. Cualquier leve esperanza que pudiera tener de ganar en este juego en particular se desvanece.

—Tan triste—, susurra Lord Loss, sus ojos de color rojo brillante y su voz apagada. —Perder noblemente es horrible, pero desechar tan descuidadamente un partido...

— Guárdatelo. — Yo medio sollozo, a sabiendas de que tiene razón, odiándome a mí mismo por rendirme tan fácilmente

—Puedes admitir la derrota ahora, si lo deseas—, dice. —No tengo corazón, pero si lo tuviera, habría espacio en él para la misericordia. Te dejaré-

— ¡Dije que te lo ahorres!— Grito, interrumpiéndolo. Empujo brutalmente mi reina a la seguridad, luego alejo mis pensamientos del tablero del medio y me centro en los tres en los que todavía tengo alguna posibilidad de ganar.

Lord Loss no acaba conmigo en el tablero central, sino que elige, en lugar, travesear conmigo en los demás, jugando conmigo, amenazando mis piezas más importantes, dejándome escapar, y luego, lentamente, volviendo para matarme.

Estoy jugando en medio de lágrimas, mis dedos temblorosos, con estertores en la garganta. No es perder lo que me disgusta, sino hacerlo de una manera tan humillante. No hice caso de Lord Loss cuando habló de perder con dignidad, pero ahora entiendo lo que quería decir. Al desmoronarse en el momento de la verdad, el permitir que tu oponente te trate con soberbia, el perder sin luchar, es un millón de veces más repugnante que competir y ser vencido justamente.

—Yo podría perseguirte por siempre, Grubitsch—, murmura Lord Loss, una vez más deslizando una reina hacia atrás en el tablero a mi izquierda, cuando podría haber presionado con ella y conseguido mi rey.

—Tal vez lo haga. — Él sonríe con malvado placer. —El tiempo casi no nos puede tocar aquí. Yo podría hacer que este juego dure una eternidad.

Yo respondo moviendo un peón hacia el costado en el tablero más alejado a la izquierda. Un movimiento ciego, nacido del agotamiento y la resignación.

—Me temo que eso es un movimiento no autorizado, — Lord Loss dice, poniendo el peón en su lugar original. —Pero voy a pasarlo por alto esta vez. Inténtalo de nuevo.

— ¿Por qué no simplemente lo terminas?— Yo grito, recogiendo el peón y tirándolo directamente hacia la cara del demonio. El peón se pega en la piel de la mejilla izquierda de Lord Loss. Lo deja allí un momento, mientras la sangre se acumula a su alrededor, luego lo libera y lo coloca en el tablero.

—Deberías estar agradecido de que posponga tu fin, — gruñe, presionando con el dedo el nuevo corte en la mejilla, luego limpiando la sangre con su lengua larga y gris. — Este es tu último partido como uno de los vivos. Es lógico que debería durar toda la vida. —

Chocando contra callejones sin salida. Cada vez que avanzo, Lord Loss me obliga a retroceder. Cada vez que voy en busca de una de sus piezas, sin problemas evade la captura. Cada vez que vuelvo a caer y agrupo de mis piezas en torno a mi rey, invitándolo, con la esperanza de que será arrogante y cometerá algún error, él espera como un buitre, paciente, frío, burlón.

Mi temperamento sube y baja de minuto en minuto. Le grito, le doy la espalda y me niego a jugar, y luego cedo, y le ruego que ponga fin a mi tormento.

A pesar de todo, me observa con una leve sonrisa, que se ensancha durante mis momentos más oscuros, ya que se alimenta de mi dolor con placer.

Puesto que mi causa es desesperada, me paso más y más tiempo viendo la batalla Dervish con los familiares.

Él parece estar ganando, pero Vein y Artery aún están activos, rastreándolo, buscando sus puntos débiles.

—Un desagradable truco, — Lord Loss nota, mientras Artery hace un pase y captura la cadera izquierda de Dervish. Sangre se desparrama en el aire en cámara lenta, cada gota claramente visible desde donde me encuentro. Los labios de los Dervish presionan fuertemente en una dolorosa mueca de dolor. —Creo que tu tío podría sucumbir antes que tu. — Lord Loss dice, de mala gana tomando uno de mis peones. —A pesar de lo valiente y hábil que es, no puede continuar para siempre.

—Eso te gustaría, ¿no?— Yo gruño. —El verlo fracasar. Para poder echarle la culpa a él y hacerle sentir culpable. Apuesto a que le dirías que estaba gozando de gran éxito en los tableros, lo atormentarías antes de dejar que tus esclavos acaben con él.

Lord Loss clama con soberbia. —Puedes ver a través de mi fachada, joven Grubitsch—, ronronea.

—Estoy empezando a hacerlo—, murmuro, y vuelvo al juego. Estoy extendiéndome para mover un caballo cuando me detengo, pensando en lo que acabo de decir. Estoy empezando a entender cómo piensa Lord Loss. Él no es una criatura difícil de entender; como Dervish me dijo ya, el demonio se alimenta de dolor. Se nutre de la miseria de otros.

—Continua—, Lord Loss me anima, asintiendo con la cabeza al caballero. —Ese es uno de tus mejores movimientos. Amenazaras tanto a mi torre como a mi reina. ¡Voy a tener que pensar un poco para escabullirse de esta situación! — Se ríe, como si mi astucia le encantara.

Pero no es mi astucia lo que él anhela.

Es mi sufrimiento.

Retiro mi mano y la pongo debajo de la mesa, pensando con furia. Mi inteligencia y habilidades con el ajedrez no son rivales para las de Lord Loss. He intentado todo lo que pudiera molestar a su juego y alterar su estilo. Pero ¿y si la respuesta no está en el juego? ¿Y si puedo competir con él en un nivel emocional y socavarlo de esa manera?

Pensando.

Él es un parásito.

Se alimenta de la miseria de otros.

Él se deleita en mis fracasos.

Observando.

Su sonrisa, la forma en que crece a medida que cae mi estado de ánimo.

El brillo en sus ojos cuando me quedo sin ideas y rompo a llorar.

El entusiasmo con el que ataca, y luego se retira.

Preguntándome.

¿Qué pasaría si le robó su espeluznante satisfacción?

¿Cómo respondería si le cortara su fuente de desesperado dolor?

Cierro los ojos. Olvido los tableros, el juego, a Lord Loss. Pienso acerca de Dervish y la velocidad con la que me empujó a este encuentro. Él podría haberme preparado para esto de antemano, contarme acerca de Bill-E y de Lord Loss, trabajar conmigo en mis armas y habilidades para el ajedrez, en caso de que alguna vez las tuviera que usar. Pero él no lo hizo. Lo dejo caer sobre mí. Sin necesidad de formación u órdenes, a excepción un consejo simple, pero importante: no pensar, reaccionar.

Finalmente entiendo. Mis ojos se abren. ¡He estado haciéndolo todo mal!

Pensando, planeando, planificando, esas son todas las cosas Dervish me dijo que no hiciera. Él me enseñó a obedecer a mis instintos, dejar fluir la magia, reaccionar a las estocadas y paradas de los demonios. Él estaba hablando sobre el combate cuerpo a cuerpo, pero ¿por qué no aplicar las directrices en el tablero de ajedrez también?

Recuerdo la forma en que se lanzó al juego. Sin dudar. Sin estudiar el juego. Yo asumí que era porque tenía su plan de juego trazado claro en su mente antes de sentarse, pero ¡tal vez él no tenía ninguno en absoluto!

— ¿Grubitsch? — Lord Loss pregunta, con preocupación falsa en su expresión. — ¿Estás bien, mi joven amigo? ¿Puedes continuar?

Lo miro sin decir nada durante un buen rato.

Entonces me río.

— ¡Por supuesto que puedo!— Estallo, sorprendiendo al maestro demonio. —Perdón por la larga demora, estaba tratando de recordar si he dejado la luz encendida en mi habitación antes de venir.

— ¿Qué? — parpadea.

— Papá odiaba cuando me olvidaba las luces, —, le digo, casualmente moviendo mi reina en el tablero del medio hacia adelante, ofreciéndosela a su torre. —Las facturas de electricidad no se paga solas, ya sabes. Tú turno.

Lord Loss me contempla, sorprendido, luego mira el juego. —Fue una decisión imprudente—, murmura. — ¿Nacida de la prisa, quizá?

—No, — sonrío —Yo sabía lo que estaba haciendo.

—Puedes retirar la pieza si así lo deseas—, dice.

— ¿En serio?

—Normalmente no está permitido—, dice sonriendo, —pero voy a hacer una excepción. Recupera tu reina. Recalcula. Elige un curso más sabio de acción.

—Muy amable. — Devuelvo la reina a su posición original, un momento de pausa, entonces la muevo hacia adelante en el mismo lugar que antes.

La cara de Lord Loss se oscurece. Echo la cabeza hacia atrás y estallo en risas.

—Harías bien en no probar mi paciencia—, susurra.

—Al diablo con tu paciencia, — me burlo. —Este juego me aburre. Tú me aburres. Toma mi reina o retrasa las cosas, no me importa.

— ¿Deseas aceptar la derrota?— Lord Loss pregunta con vehemencia excesiva.

—No—, me río. —Vas a tener que derrotarme. Y no lo haces, si juegas sin intentar ganar, como has estado haciendo, te perseguiré. No te voy a dar otra opción que tomar mis reinas, torres y alfiles. ¿Y sabes lo que voy a hacer entonces, viejo amigo? ¡Voy a reír! ¡Voy a estallar en carcajadas! ¡Voy a explotar positivamente con todo resto de alegría que sea capaz!

—Has perdido la cabeza—, croa.

—No. — sonrío con rencor. —Tú has perdido tu ticket para una jugosa comida. No voy a jugar la parte de la víctima triste y desconcertada por más tiempo. Nunca más te vas a alimentar de mí. Podrás matarme, pero no exprimir una gota más de placer mía, ¡Ni aunque me mantengas con vida durante veinte siglos!

La mandíbula del Maestro Demonio tiembla. Sus ojos destellan luces de color rojo pálido. Las serpientes en su pecho entran en un frenesí repentino. Luego se estira, empuja a su torre hacia adelante con un rechoncho y maltrecho pedazo de carne que es una pobre excusa para un dedo, y echa a mi reina duende de la mesa.

En respuesta, le miro fijamente a los ojos y río.



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